TRIADA DE LA ATLETA FEMENINA

Anne nutrición
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Dietista y nutricionista

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Dietista y nutricionista

Gracias a Barbara Drinkwater que fue seleccionada como la primera mujer presidenta del Colegio Americano de Medicina Deportiva (ACSM) en 1988, La Triada de la atleta femenina comienza a ocupar un espacio en la investigación y el tratamiento para mejorar la actividad deportiva de las mujeres a todos los niveles. En algunos deportes más que en otros, la imagen corporal ha sido una batalla, pero afortunadamente las atletas femeninas exitosas vienen en todos los tamaños y formas.

En 1992, se definió por primera vez la tríada de la atleta femenina como un síndrome serio que consistía en desórdenes alimentarios, amenorrea y osteoporosis que les ocurría a mujeres jóvenes y adultas que practicaban actividad física. Sin embargo, con esta definición muchas deportistas se quedaron sin diagnosticar, por el hecho de no llegar a padecer ningún trastorno alimentario. Por ésta misma razón, en un posterior pronunciamiento el ACSM en 2007 definió la triada de la atleta femenina como “las interrelaciones entre la disponibilidad energética (con o sin trastorno alimentario), la función menstrual y la densidad mineral ósea” con lo que a largo plazo, puede llegar a causar síntomas tan graves como amenorrea funcional hipotalámica o central y osteoporosis. No es necesario disponer de los tres componentes al mismo tiempo para ser diagnosticado con este trastorno.

Estos tres componentes están interrelacionados entre si, pero este trastorno normalmente suele iniciarse por el déficit energético producido por una alimentación inadecuada e insuficiente junto a un exceso de actividad física. La disponibilidad energética puede afectar a la densidad mineral ósea tanto directamente a través de la falta de vitaminas y minerales, como indirectamente a través de los efectos de la disfunción menstrual. Esta última causa se debe a que con el tiempo, una deficiencia energética puede llegar a alterar el eje gonadotrópico, frenando la secreción de estrógenos y finalmente provocando trastornos menstruales e hipoestrogenísmo. La ausencia de estos estrógenos es la responsable de provocar una disminución de la densidad mineral ósea y osteoporosis de manera indirecta, por los efectos fisiopatológicos producidos, aumentando el riesgo de padecer fracturas por estrés.

En la Imagen (situada debajo) se puede observar el espectro que ocupa cada uno de los componentes de la triada desde una atleta femenina ideal y sana (triángulo superior derecho) hasta una atleta con el síndrome (triángulo inferior izquierdo).

Actualmente, el número de mujeres deportistas es superior cada año y debido al reto y a la exigencia, tanto física como psicológica que presentan, junto al escaso conocimiento sobre el tema, parece necesario establecer una buena educación en un ámbito multidisciplinar formado por entrenadores deportivos, fisioterapeutas, médicos, dietistas – nutricionistas y con las propias atletas y sus familiares. Dado que la prevención y el reconocimiento temprano de todos o alguno de los componentes de la triada son cruciales para garantizar una intervención oportuna, el equipo multidisciplinar debe prestar atención en la educación, reconocimiento y tratamiento de las atletas en riesgo, y así disminuir que se den futuras complicaciones más graves. Mayoritariamente las atletas que practican “deportes magros” en los que destacan categorías de peso o estética; como el ballet, gimnasia o carrera de resistencia tienen un riesgo dos o tres veces más alto que las que practican otro tipo de deporte. En atletas de élite la prevalencia de padecer trastorno alimentario, como anorexia nerviosa (AN) o bulimia nerviosa (BN) es de un 13.5%, mientras que entre las que no son atletas es de un 3.1%; y lo mismo ocurre con la prevalencia de padecer problemas menstruales, en atletas que practican deportes magros y el resto de atletas, con un 79% y 12% respectivamente.

La gestión de la triada es multidisciplinar, y por lo tanto la colaboración entre los profesionales y expertos de la salud, los entrenadores y la familiar toma un valor muy importante. Esta cascada fisiopatológica que completan la triada de la atleta femenina puede presentarse en cualquier mujer activa, en diferentes edades y deportes; por lo que hay que prestar muchísima atención a este tipo de población femenina.

Puesto que la disponibilidad energética es el pilar del inicio del síndrome de la triada, hay que mantener un control riguroso en cuanto a la balanza energética de la deportista, para garantizar que el cuerpo recibe el combustible necesario en cuanto a los macro y micronutrientes para el correcto funcionamiento fisiológico del organismo. Esto no significa que se tengan que alimentar de los alimentos más ultra procesados del mercado por su gran aporte calórico, porque como bien he mencionado antes, las mujeres amenorreicas presentan una disminución de la capacidad de dilatación arterial, aumentando el riesgo de padecer arteroesclerosis y problemas cardiovasculares. Por lo tanto, la alimentación deberá ser pautada por una dietista nutricionista para lograr que la dieta sea lo más completa, equilibrada y adecuada posible en cuanto al entrenamiento de cada paciente. Al mismo tiempo se tendrá que tener en cuenta que las atletas pueden dejar de sentir apetito después de las sesiones intensas de ejercicio, y entonces el plan de comidas tendrá que ser seguido por la disciplina más que por el apetito que sientan.

Se recomiendan entre 2-3 sesiones de entrenamientos de fuerza semanales en atletas que practiquen deportes de impacto y resistencia, para favorecer la densidad mineral ósea debido a la osteogénesis.

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